miércoles, 9 de marzo de 2011

Hola soy Censura y he Vuelto

Angel Sala por la Fiscalía de Barcelona por exhibir "A Serbian Film".





 

El País pubilcó un artículo en su edición impresa sobre la denuncia que la Fiscalía de Barcelona ha interpuesto a Ángel Sala, director del Festival de Cine Fantástico de Sitges, por proyectar A Serbian Film en su última edición.

Dejando de lado la calidad del filme, aquí lo que se juzga es la presunta exhibición de pornografía infantil en una sala de cine porque, tal y como reflejamos en su día, el actual código penal recoge en su artículo 189.7 el posible castigo con penas de tres meses a un año de cárcel o multa a quien “produjere, vendiere, distribuyere, exhibiere o facilitare por cualquier medio material pornográfico en el que no habiendo sido utilizados directamente menores o incapaces, se emplee su voz o imagen alterada o modificada”.

Según El País, esta denuncia es consecuencia de otra interpuesta ante la Fiscalía General del Estado por parte de una asociación de protección al menor, tras el éxito de una tercera, interpuesta poco antes en la Semana de Cine de Terror de San Sebastián, que culminó con la prohibición cautelar de la exhibición de la película por parte de un juez.

Según parece, tras ser llamado a declarar por la Fiscalía de Barcelona (que previamente visionó el film), Ángel Sala negó haber visto la película (por lo que desconocería su contenido), un argumento poco creíble viniendo del director de un festival, que además parece rebatirse con varios mails y documentos adjuntados en la denuncia. Obviamente Sala trata de cubrirse las espaldas agarrándose a lo que puede.




El problema es que si bien la ley parece amparar la denuncia ya que la película se ajusta a lo establecido en el artículo 189.7 como sancionable, lo cierto es que todo esto es el resultado de un juicio paralelo en los medios de comunicación ante la polémica levantada por una cinta que, de acuerdo, contiene imágenes bastante explícitas de pornografía infantil SIMULADA, pero ni se hace apología de dichos actos, ni se retratan de una forma que pueda resultar “disfrutable” (o hablando en plata, no vale para pajas de ninguna persona mentalmente sana), y, sobre todo, hay que tener en cuenta un elemento básico, estamos hablando de una FICCIÓN.

Y es que aunque a mí me parezca de perogrullo lo absurdo de todo esto parece que hay que explicar claramente que la única realidad de todo esto es que una persona puede acabar en la cárcel por exhibir públicamente una película de ficción con contenido violento. Porque, amigos, la definición legal de pornografía es tan vaga y arbitraria que por esta regla de tres podríamos juzgar a cualquier exhibidor que haya programado películas como Kids (donde varios menores tenían relaciones sexuales), Happiness (donde la peli culmina con la gayola de un chavalín cuyo padre es un pederasta), Rambo (donde el malo le peta el cacas a un niño y tiran a algún otro al fuego), Lolita (donde Jeremy Irons retoza en la cama con una doble de la niña protagonista), etc. Es de locos. Las ficciones sirven para contar historias, del tipo que sea.

Es absurdo prohibir una película como A Serbian Film y permitir otras como las citadas, eso por no decir de lo chorra que resulta valorar como “peor” un delito ficticio contra un menor y uno ficticio contra cualquier persona adulta, porque en ambos casos son ficciones, y por tanto las víctimas no son tales. ¿A qué menor defienden quienes han interpuesto la denuncia inicial? Dudo que a ninguno de los participantes en la peli porque uno era un muñeco y el otro, ojo al dato, actuaba sólo en los primeros planos de la polémica escena. Y dudo, por supuesto, que a ninguno presente en la sala cuando se proyecto la película porque, otro dato importante, la película se mostró solo a público adulto y en una sesión de madrugada.

¿Entonces dónde está el daño? ¿Se trata de una afrenta moral a quienes no saben distinguir ficción de realidad? ¿O quizás se está haciendo daño a todos los niños del mundo aunque jamás vean esa película? ¿Sómos tan ingénuos de pensar que esta película va a generar ordas de pederastas tras ser proyectada? ¿Es que el público de El Silencio de los Corderos acabó imitando al refinado Hannibal Lecter por atractivo que nos lo presentasen? ¿O más bien es que no queremos reconocer que las ficciones no hacen más que reflejar determinadas realidades y buscamos culpables donde no los hay? Como en muchos casos anteriores, parece que siempre será más cómodo echarle la culpa al cine, la música, los videojuegos o la literatura de los males del mundo. Hay gente que se siente tremendamente cómoda señalando con el dedo todas estas cosas en vez de hacer frente a las reales.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La gente que señala y se incomoda por este tipo de temáticas es aquella que consciente o inconscientemente maneja una doble moral, y teme perder el control sobre ella o que alguna experiencia personal los ha marcado y eso les provoque repulsión a la simple idea de que la palabra pedofilia se convierta en parte de la cultura general, se sienten más cómodos cuando el tema se maneja en silencio.

Porque como bien dices a pesar de que la denuncia de cierta manera está amparada, no debería aplicar porque el contexto del filme no justifica los actos. Para el caso las otras cintas mencionadas son más infractoras en ese sentido. Y aunque en su momento todas causaron cierta polémica, no recuerdo que ninguna de ellas tuviera problemas legales de este tipo, solo recuerdo el caso de Passolini y el de Ruggero Deodato, por sus respectivas cintas.

Lo único positivo de esto es que la película ya ha cumplido su propósito principal, llamar la atención y convertirse quiérase o no en una cinta de culto, que si no llega a todos en su tiempo lo hará con el paso de los años. La película técnicamente es impecable, banda sonora, cinematografía, dirección e interpretación todo sobresaliente. Una película provocadora que por donde se le vea, es una extraña pieza de arte que grita por atención, por su temática oscura, decadente y perturbadoramente realista. En ningún momento justifica lo que muestra ni pretende insensibilizar un tema delicado. El uso de menores y las tan llamadas escenas de pedofilia no son para nada explicitas y es más lo que se insinúa que lo que se muestra.

Esperemos que el director de Sitges, salga bien librado del asunto. Simplemente es absurda la postura de la Fiscalía. Las asociaciones de protección al menor deberían encargarse precisamente de proteger al menor, no de esto.

fat_pinche dijo...

Pinta bien

andrees dijo...

Me has costado ordinarylifezero... largo hasta el nombre xD

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